La ciudad de Växjö, se encuentra a 450 kilómetros al suroeste de Estocolmo, en la región de Småland, rodeada de un entorno de frondosos bosques y cientos de lagos.

Esta región es conocida como “el reino del vidrio”, porque aquí se asienta una serie de fabricantes de arte en cristal de prestigio mundial. Algunas de las firmas llevan desde 1740 creando belleza en cristal en hornos humeantes.
Aquí los autobuses y los autos de la municipalidad se mueven con biocombustible elaborado con residuos orgánicos de los hogares. Más del 90% de la energía que consume la ciudad se obtiene de recursos forestales y otros tipos de biomasa, obtenido todo en gran parte de los bosques cercanos.
El vidrio aquí es uno de los homenajeados, con creaciones instaladas a lo largo de la cosmopolita Sandgärdsgatan, la calle que atraviesa el corazón de la ciudad y desemboca en su icónica catedral de doble chapitel.
Växjö y sus innovadores edificios de madera han sido un buena muestra de aprendizaje para arquitectos e ingenieros. “La gente no sabía tanto sobre edificios altos de madera, así que tenemos una estrecha colaboración con la universidad local” (manifiesta el arquitecto Karin Hård Af Segerstad)

el arquitecto Karin Hård Af Segerstad, del vaguardista estudio local Arkitektbolaget, que me habla de la robusta madera que se usa para los marcos estructurales, aumentados con virutas de cedro y otras maderas interiores. Este envoltorio con materiales naturales resulta tan agradable para los residentes como para la vista, afirma: “La gente habla de una mayor sensación de bienestar al vivir rodeados de madera”.
“Fue en un seminario liderado por el alcalde en 1996 cuando se planteó la pregunta: ‘¿Cómo sería vivir en una ciudad sin combustibles fósiles?'”, explica Henrik Johansson, estratega ambiental de la municipalidad de Växjö.
Al final de esa reunión, Växjö se convirtió tras una votación unánime en la primera ciudad del mundo en comprometerse a ser totalmente libre de combustibles fósiles.
Las emisiones per cápita de Váxjö se han reducido más de un 70% desde los niveles de la década de 1990, la población ha aumentado alrededor de un 30% y aún así el Producto Interno Bruto per cápita se ha duplicado.